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Las funciones ejecutivas abarcan una serie de operaciones cognitivas que incluyen habilidades vinculadas a la capacidad de organizar y planificar una tarea, seleccionar los objetivos, iniciar un plan y sostenerlo en la mente mientras se ejecuta, inhibir las distracciones, cambiar de estrategias con flexibilidad y, si es preciso, autorregular y verificar que estamos en el buen camino para lograr la meta propuesta.

Para resolver problemas de manera eficaz y eficiente son requisitos importantes la organización, anticipación, planificación, inhibición, memoria de trabajo, flexibilidad, autorregulación y control de la conducta.

Las alteraciones en las funciones ejecutivas están presentes en numerosos cuadros neurológicos y psicopatológicos, por eso su evaluación es imprescindible antes de hacer una propuesta de intervención.

Haremos un pequeño resumen de la publicación donde se revisan las principales técnicas para evaluar las funciones ejecutivas en el ámbito pediátrico.

Con el fin de simplificar y poder concretar lo que queremos evaluar nos centramos en 4 aspectos:

–              Volición: proceso que permite determinar lo que una persona precisa o quiere. Requiere la capacidad de formular objetivos o intenciones. Esta conducta tiene dos condiciones, la motivación y la conciencia de sí mismo. Utilizaremos la observación directa y la información de familiares.

–              Planificación: capacidad para identificar y organizar los pasos y elementos precisos para llevar a cabo una intención o lograr un objetivo. Implica partir de las circunstancias presentes, analizar alternativas, sopesar y hacer elecciones. Implica también un buen control de los impulsos, memoria y capacidad para sostener la atención. Utilizaremos para evaluar este aspecto tests de diseños de cubos, construcción de oraciones de Binet, Figura compleja de Rey, Bender, Laberintos o Test de torres entre otros.

–              Acción intencional: habilidad para regular la propia conducta cambiando el curso del pensamiento o de la acción de acuerdo la demandas de la situación. Puede valorarse con el Test de Tinkertoy, Test de usos de objetos y Test de usos alternativos entre otros.

–              Ejecución efectiva: capacidad de regular, automonitorizar, autocorregir una acción. Se valora con tests de ejecución o manipulativos.

Para evaluar los diferentes aspectos de las funciones ejecutivas en niños y adolescentes contamos con multitud de pruebas de las que detallaremos a continuación las más utilizadas:

BRIEF: Escala compuesta por dos cuestionarios, para padres y docentes, en la que se exploran la inhibición, el cambio, el control emocional, la iniciativa, la memoria de trabajo, la organización y planificación, la orden y el control. Los resultados se agrupan en dos índices que corresponden a la regulación de la conducta y a la metacognición. Aplicable de los 5 a los 18 años.

D-KEFS: Evalúa la flexibilidad de pensamiento, la inhibición, la resolución de problemas, la planificación, el control de impulsos, la formación de conceptos, el pensamiento abstracto y la creatividad. Aplicable a niños y adultos.

Test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST): Evalúa el razonamiento abstracto y la habilidad para cambiar las estrategias cognitivas.Aplicable de los 6 años y 6 meses a los 89 años.

Test de emparejamiento de figuras similares (MFFT): Se utiliza para investigar el control de la impulsividad en adolescentes.

Test de emparejamiento de imágenes (AI): Se utiliza para medir la impulsividad de personas entre 7 años y 6 meses y 14 años y 5 meses.

Escalas Magallanes de impulsividad computarizadas (EMIC):  Destinadas a evaluar el estilo cognitivo de “reflexividade-impulsividad” en niños/as de 6-11 años y superiores.

Test Stroop de colores y palabras: indaga en la capacidad para clasificar información de su entorno y para reaccionar selectivamente la esa información. Aplicable de los 7 a los 80 años.

Tareas de ejecución-no ejecución (go-en el go): se emplean para medir la inhibición. Entre ellos se incluyen el Test de tapping de Luria, el Test de golpeteo (forma parte del NEPSY) y las Tareas “noche-día”). El éxito en estas tareas se comienza a lograr a partir de los 5/6 annos.

Torre de Londres: se utiliza para detectar problemas en el área de planificación en edades comprendidas entre los 7 y los 13,11 años.

Torre de Hanói y Torre de Toronto: valoran la memoria de trabajo.

Torre NEPSY: valora planificación y memoria de trabajo. Se utiliza de 5-12 años.

Laberintos de Porteus y Laberintos del WISC III: aportan datos referidos a la capacidad de planificación, control de la impulsividad y adaptación social, además de la coordinación visomotora. Se puede utilizar desde los 3 años hasta adultos.

Test de senderos: mide la flexibilidad cognitiva. Los sujetos impulsivos cometen numerosos errores y los inatentos demoran más tiempo en la ejecución de la prueba. Se utiliza en edades comprendidas entre los 6 y los 15 años.

Test de usos de objetos y Test de usos alternativos: evalúan la inflexibilidad en el pensamiento y la creatividad.

Tests de fluidez verbal y visual.

La evaluación de las funciones ejecutivas no resulta una tarea sencilla. Nos encontramos con niños/as incapaces de autorregular la conducta de modo idóneo según las exigencias del entorno y debemos precisar si existe un déficit/falta de atención o si hay una dificultad en la regulación de la atención. Mejorar estas habilidades aumenta la eficiencia en todos los ámbitos de la vida y repercute finalmente en la felicidad.

Síntesis del artículo publicado por Ana Soprano Cabildo en la “Revista de Neurología”.

Silvia Barreiro Mariño

Licenciada en Psicopedagoxía

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