A lo largo del curso tengo entrevistas con familias que están preocupadas por el bienestar de sus hijos/as, por dificultades en las habilidades sociales, porque no tienen herramientas para organizar los estudios, por el estado emocional o buscando un diagnóstico que pueda marcar un camino a seguir.
Cuando evalúo niños/as que finalizan con un diagnóstico de altas capacidades el motivo de la consulta siempre es referido a lo emocional, a no sentirse bien, a no encajar en el grupo de amigos, a un ambiente familiar incómodo, con continuas discusiones, a una baja autoestima… y claro, pasa que uno quiere encajar, ser cómo los demás, formar parte del grupo o simplemente no sentirse un bicho raro. Y yo que pensaba que todo eran ventajas…. no tener que estudiar apenas, dedicar todo ese tiempo la otras aficiones, o simplemente disfrutar del tiempo libre, pero es que como tiene la capacidad, la exigencia se triplica, y claro, tiene que aprovechar el potencial, y se convenirte en un vago, en un desobediente, intolerante, maleducado… porque esto de decir la verdad tampoco queda bien. Que complicado!!! Y pasa que deben comprimirse, ajustarse a un perfil totalmente diferente al suyo, funcionar socialmente con normas que no siempre son razonables…es como si el mundo estuviera patas arriba.
Cuando este diagnóstico va asociado a otro anterior o posterior la cosa se complica, porque podemos tener AACC, pero también TDAH, o TEA, y no ser capaces de organizarnos, de planificar, de tomar decisiones o de parar quietos. Por eso el diagnóstico es importante, para marcarnos objetivos, ayudar a mejorar la calidad de vida de esta persona, permitir el autoconocimiento y tomar medidas para que se desarrolle personal, social y emocionalmente de la mejor forma posible.
Va a ser que esto de tener altas capacidades no es tan bueno como pensaba. O quizás son los neurotípicos los que tienen que aprender y valorar lo positivo de las diferencias? Lo cierto es que un niño/a diagnosticado de altas capacidades sí sigue programas de intervención, porque siente ese rechazo, esas miradas de envidia o incluso de desprecio y no tienen las herramientas para manejar estas experiencias de otro modo que no sea doloroso para él y para la familia.
Tener altas capacidades es maravilloso, como es maravilloso no tener altas capacidades, como es maravilloso ser buen deportista, cocinero, músico o excelente conversador. En fin, para mí, lo que es maravilloso es poder ser uno mismo, sin culpa, sin molde.
Silvia Barreiro Mariño
Psicopedagoga
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