Señales de alerta ante la violencia
Como ya hablamos en entradas anteriores, debido al preocupante crecimiento de las estadísticas en materia de violencia en las aulas, nos gustaría daros algunas claves que puedan serviros de base a la hora de valorar las situaciones de acoso.
En esta segunda parte abordaremos una serie de comportamientos, situaciones y síntomas que pueden ser considerados señales de “alerta” y que pueden ayudarnos a detectar el acoso escolar, sobre todo desde el ámbito familiar.
El pacto de silencio
Lo primero que tenemos que preguntarnos es porqué los/as niños/as no cuentan que están sufriendo esta situación, lo que claramente dificulta mucho ponerle remedio.
En general, y como comentamos en entradas anteriores, sufrir acoso escolar es una situación muy humillante y vergonzante, por lo que resulta muy difícil contar esta vivencia a los adultos. Esto es mucho más complicado en el período de la adolescencia donde la pertenencia al grupo en este momento evolutivo es lo más importante y contar lo ocurrido se considera una “traición” al pacto de silencio.
En este sentido es muy importante no sobresaltarse, evitar mensajes culpabilizadores (“¿y por qué no te defiendes?”) y movilizar a las personas competentes (centro escolar, amistades del niño/a…) con tranquilidad y sin alarmar (provocar alarma social en el centro escolar puede agravar la situación).
A qué podemos estar atentos/as:
Hay una serie de indicadores que pueden estar avisándonos de que nuestro/a hijo/a está viviendo esta situación.
PRECAUCIÓN: Muchos de estos comportamientos son normales durante la adolescencia y requieren de un ojo precavido para no convertir en patológico aquello esperable en este período. No se trata de que se cumpla alguna de estas situaciones, sino que muchas de estas conductas estén sucediendo.
- Rechazo o miedo a ir al colegio/instituto: Esto puede ser manifiesto, “no quiero ir a la escuela”(más habitual en la infancia), o sutil, a través de, excusas, quejas por dolores de estómago/cabeza, ausencias … (más habitual en la adolescencia)
- Rechazo a ir a las excursiones o eventos del colegio/instituto: ¡Ojo!, en la infancia es muy habitual el rechazo a asistir a cumpleaños y/o la ausencia de invitaciones cuando hay acoso escolar.
- Miedo a nombrar a determinados/as compañeros/as: Esto es más frecuente en la infancia que en la adolescencia.
- Quejas de insultos y burlas en el colegio: Más habitual en infancia que en adolescencia.
- Bajada acusada del rendimiento académico: Puede haber dificultades para concentrarse.
- ¡Ojo al material escolar!: Se pierden cosas, desaparecen las pertenencias de manera inexplicable, aparece el material escolar estropeado la ropa rota…
- Lesiones inexplicables.
- Cambio importante en el comportamiento: Esto puede ir desde estar habitualmente malhumorado/a hasta dejar de hablar por completo. La sensación habitual es que el niño/a está muy “raro/a”.
- Cambios en la alimentación: Aparece, desde la pérdida completa del apetito hasta la ingesta compulsiva de alimentos, normalmente hipercalóricos. Ambos comportamientos pueden darse al mismo tiempo.
- Problemas durante el sueño: Dificultad para irse a dormir acompañada de angustia, miedos, despertares nocturnos, insomnio…
- Nervios
- Dolores de cabeza y/o de tripa habituales
- Estado de ánimo bajo o depresivo: En la infancia la tristeza suele salir en forma de ataques explosivos de ira, irritabilidad y/o comportamientos destructivos.
- Específicamente en la adolescencia pueden darse otros síntomas: Pérdida de interés en actividades sociales, inseguridad y ansiedad, cambio brusco en la vestimenta …
- Otros más graves por los que es necesario acudir directamente a profesionales de la salud son: autolesiones, trastornos del apetito, ataques de ansiedad o crisis de angustia.
Si, tras leer estas indicaciones sospecháis que vuestro/a hijo/a está pasando por esta situación recomendamos acudir al centro escolar para pedir información y saber qué opinión tiene el profesorado de lo que está sucediendo. Ante la duda siempre es mejor preguntar que acusar, evitando crear una alarma que pueda empeorar la situación.
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