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ADOLESCENCIA. La temida palabra. La adolescencia es una etapa evolutiva y de transición entre la infancia y la edad adulta, que oscila entre los 10 y los 19 años.

Hace falta entender esta etapa como un período lleno de cambios, en el que lo/a niño/la irá descubriéndose a sí mismo/la en la interrelación y contacto con sus iguales y con el entorno sociofamiliar en el que convive.

Aparecen cambios físicos y biológicos, cambios cognitivos, con la aparición del pensamiento abstracto y cambios socioemocionales.

Conocer los cambios por los que pasará nuestro hijo/a adolescente hace comprender su comportamiento: la búsqueda de una identidad personal con la que se sienta seguro/la, la necesidad de independencia de los progenitores, la importancia del grupo de iguales, etc.

La forma en la que afronte sus experiencias vitales influirá  en la creación de su personalidad y de su autoconcepto. Hasta aquí lo esperable. Pero, ¿¿¿ qué pasa se la este cóctel de hormonas le unimos UNA PANDEMIA???

¡¡¡¡¡BOOOM!!!!

Era esperable que, debido a la inestabilidad emocional propia de esta etapa, la Covid hubiera incidido de forma significativa en el desarrollo social y emocional de los nuestros/las adolescentes.

Así, en la actualidad nos encontramos con una mayor demanda de consultas psicológicas de chicos que refieren miedos, inseguridades en el contacto con los demás, dificultades atencionales, baja autoestima y que no consiguen determinar el origen de sus bloqueos y de su malestar.

La incertidumbre en la que están viviendo, los cambios constantes en las restricciones sociales, las dudas sobre la evolución médica y política son factores de riesgo que amenazan la salud mental.

Estos aspectos generan un aumento de estrés y de ansiedad en la población general, y, en particular, en la población infanto-juvenil, observando un aumento de la presencia de sintomatología de tipo ansioso o ansioso-depresivo de intensidad variable.

La vivencia emocional de la pandemia se traduce en agotamiento excesivo, cambios de humor, sentimientos de soledad, labilidad emocional o mayor irascibilidad, siendo síntomas muy comunes que interfieren y manifiestan la gran vulnerabilidad que están percibiendo.

Llegados la este punto, ¿ cómo podemos ayudarles a gestionar estas emociones?

  1. Como padres y madres, debemos entender que genera estos cambios conductuales y emocionales en ellos, no restándole importancia a la situación excepcional a la que nos enfrentamos.
  2. Fomentar una comunicación que favorezca la autoconciencia de su malestar emocional, pues en la gran mayoría de veces lo manifiestan con cambios de humor y cambios comportamentales pero no saben relacionar que esas conductas soy resultado de sus sentimientos.
  3. Enseñarles a vivir el presente, aceptando las restricciones de contacto social con familiares y amigos/las.
  4. Mantener rutinas, tanto académicas como con el tiempo de ocio.
  5. Ser pacientes y comprensivos.
  6. Permitir el contacto con el grupo de iguales, siempre cumpliendo y respetando las normas sanitarias.
  7. Pedir ayuda especializada si los síntomas perduran en el tiempo y se se ven afectados los diferentes contextos sociales del menor (académico, personal y familiar).

Alba A. De Fariña García

Psicóloga col. G-5013

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